A veces, bañar al perro no es suficiente para que esté impecable. En principio hay que aclarar que todo es cuestión de razas. Los perros que tienen el pelo duro suelen tener menos tendencia a los aromas fuertes que los de pelo largo. Lo mismo ocurre con las orejas paradas respecto de lo que las tienen caídas. Los primeros, gracias a una mejor ventilación son menos propensos a padecer otitis, una enfermedad que suele ocasionar olores desagradables. Además, para que el perro huela bien no sólo es necesario una rigurosa higiene, sino también una alimentación adecuada y balanceada.
Estos problemas pueden impedir, por ejemplo, con un cepillado fuerte para eliminar el pelo muerto y evitar la formación de nudos, en los que se suelen depositar las partículas de comida, tierra y humedad. También es necesario el correcto aseo diario de los lugares en los que el animal acostumbra a descansar, como mantas y los platos donde come.