Una buena rotación de cultivos nos permite tener hortalizas durante todo el año, conservar la fertilidad de la tierra y evitar plagas y enfermedades.
Por esto, conviene establecer por anticipado el plan de siembra anua, determinando qué verduras se cultivarán en reemplazo de las primeras, cuando haya terminado su cosecha, a fin de aprovechar bien el terreno. Las legumbres como arvejas, habas y porotos aportan fertilidad a la tierra, por eso son imprescindibles en la rotación se la idea es obtener verduras en forma continua.
Un tipo de rotación muy beneficiosa, por ejemplo, es que se sucedan: hortalizas de raíz (remolacha, zanahoria); hortalizas de hoja (lechuga, espinaca) y, por último, hortalizas de frutos (tomates, zapallos, pimientos).