Cuando nos exponemos al sol -aún en invierno- debemos tener en cuenta que los rayos ultravioleta que producen el envejecimiento precoz de la piel son más potentes en las zonas montañosas que en la llanura.
El primer paso consiste en hidratar el rostro y las manos, inclusive si se usan guantes, con emulsiones ligeras y de fácil absorción y aplicar filtros solares especiales.
La nariz y los pómulos, por ser zonas donde la piel es más fina, necesitan protección permanente, y para evitar que los labios se resequen es imprescindible mantenerlos debidamente humectados.
En todos los casos debe respetarse el tipo de piel y elegir productos protectores que contengan filtros anti-UVA y anti-UVB, hidratantes nutritivos, reflectores solares y agentes calmantes y regeneradores, tales como las vitaminas A y E.
Con respecto a los ojos, hay que cuidarlos de la reflexión del Sol sobre la nieve. Debemos proteger la piel de los párpados y el área que rodea los ojos con cremas especiales para esa zona y usar gafas oscuras con filtros UV.