A ningún pero le gusta ir al veterinario y mucho menos si además está afectado por un dolor, una herida o una enfermedad. Por eso, es muy común que se muevan constantemente o que traten de morder a los médicos durante la consulta.
Para reducir el nivel de tensión, existen algunos recursos que los dueños de las mascotas deben conocer y que sirven para que el animal se quede quieto y tranquilo mientras el veterinario realiza una revisión profunda.
Una de las prácticas más comunes consiste en amordazarlos. Para eso, puede recurrir a un bozal o bien armar uno improvisado con una tira larga de tela suave o una venda. Mientras una persona sostiene los costados de la cabeza del perro, otro realiza una lazada en el hocico haciendo un nudo más bien flojo en la parte superior. Luego dé una vuelta y ate otro nudo en la parte inferior de la mandíbula. Finalmente pase las tiras alrededor del cuello y átelas nuevamente sobre el lomo.
Es aconsejable que los encargados de colocar la mordaza sean los dueños de la mascota, debido a que el animal los conoce y les tiene más confianza. Una vez que está amordazado, conviene quedarse cerca del animal y acariciarlo o hablarle para transmitirle serenidad.