Las expectativas negativas pueden generar niveles altísimos de acumulación de tensión nerviosa.
La clave suele estar en la preocupación por el futuro en pensamientos como «¿y si no me despiden?», «¿y si hago el ridículo ante ese chico?», «¿y si mi hijo tiene problemas cuando empiece la escuela?», y otros.
Nadie puede prometer que sus preocupaciones nunca vayan a cumplirse. Sin embargo, también hay muchas posibilidades de que no ocurra.
De todas formas, usted ya estará estresado por lo que puede haber pasado. Todo su organismo y su mente estarán alterados por sus consecuencias.
Si trata de olvidarse puede que le resulte muy difícil. En cambio, ¿porqué no intenta resolverlo? Trate se pensar en primer lugar qué pasaría si se concretaran sus temores. Luego, imagine un plan de acción completo y detallado. Entonces le resultará más fácil despreocuparse.
Si piensa que el problema no tiene solución posible ya tendrá la excusa para dejar de preocuparse: no hay nada que pueda hacer.