Prohibidas durante años por considerarse un alimento «demasiado calórico», las pastas hoy cuscan la reivindicación de parte de aquellos nutricionistas que las condenaron a estar ausentes de los menúes de mujeres y hombres que buscaban liberarse de algunos kilitos extra.
Hoy por hoy está comprobado que los fideos, ravioles, lasañas y canelones acompañados de la manera adecuada (salsas originales) son energizantes y no llegan a engordar como se cree. Es que las pastas tienen un bajo porcentaje de grasas y aportan hidratos de carbono como el almidón, que hace que quien las consume reciba una buena dosis de energía.
Las pastas sólo están contraindicadas para las personas celíacas, con lo que pueden consumirlas todo el mundo, incluso los que tienen hipertensión, problemas de vesícula, gastritis, diabéticos y hasta personas obesas.
El secreto está en no abusar de ellas y en saber acompañarlas. Si lo que se busca es obtener un plato balanceado, lo mejor es combinarlas con verduras, que aportan las proteínas que este alimento por sí solo no posee.
Y también vea los secretos para dejar las pastas más sabrosas, dejarlas al dente y que no se peguen.
Y recuérdelo siempre: las pastas tienen la misma cantidad de grasas que el arroz y pocas calorías, a tal punto que un plato de pastas con salsa un poco aceitosa equivale a consumir un bife mediano.