La tensión es amiga del cigarrillo pero, según los expertos el período crítico para dejar de fumar abarca unas dos semanas. Pasado este tiempo sin fumar, la dependencia física a la nicotina ya no existe, y sólo queda cambiar de hábito, lo que usted ira haciendo paulatinamente.
Primero ponga en su mente la idea de evitar tener en la mano otro cigarrillo y cuénteles a todos que no fumará más. El compromiso público con los demás, es esencial. Si alguien fuma aparte de usted, pídale que no lo haga delante suyo para ayudarlo, o pásele este plan.
No se tiente con buscar cosas que reemplacen el cigarrillo, como pastillas o caramelos. Tome toda el agua que pueda durante los siete primeros días: estará favoreciendo la eliminación de toxinas. Piense que cada trago de agua es un cigarrillo menos que querrá fumar. Recurra al agua si siente deseos de encender un cigarrillo.
Haga programas que la mantengan ocupada. Organice si puede, paseos al aire libre, porque de esta forma podrá respirar hondo, movilizar su cuerpo, gastar energías y liberar tensiones. Quedarse quieta sin absolutamente nada que hacer no le conviene.
No pare en el kiosco. Aclare que usted no puede ir a comprar nada la primera semana. Si llega a tentarse y compra un atado, fume uno y tire el paquete.
Con estas premisas, es muy probable que al terminar los primeros siete días ya no se acuerde del cigarrillo. Si fuma uno, olvídese de ese momento. Cada día que pasa sin fumar cuenta para despedirse.
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