Además de un buen currículum, el éxito profesional depende de cómo nos desarrollemos en el puesto de trabajo que ocupamos y, más allá de nuestro desempeño laboral, de como actuemos como personas y compañeros de trabajo.
Quizás no siempre lo tengamos en cuenta, pero muchas de las actitudes negativas cotidianas pueden desencadenar roces o situaciones molestias.
Ser extremadamente sincero es, en algunos casos, un grave error. Nadie pide que seamos francos al punto de decirle a aquel compañero todo lo que pensamos de él y de su trabajo. A veces, callar o, simplemente, sugerir en forma sutil algunos cambios pueden ser la solución para que la relación no se termine desgastando de manera irreversible.
Otro de los errores es divulgar chismes o secretos de compañeros; incluso cuando sean ciertos y estén probados. Más vale ser prudente y discreto que poner en juego nuestro propio buen nombre.
El mismo consejo vale a la hora de dar opiniones acerca de comportamiento de nuestros compañeros o superiores; antes de emitir un juicio es imprescindible ponerse en el lugar de la otra persona para tratar de comprenderla y notar que, tal vez, su reacción fue lógica dentro de su contexto.