El azúcar, al igual que la sal, sufre la acción de la humedad. Para evitarlo, ponga en práctica este truco ultra sencillo; todo lo que debe hacer es recortar un papel secante y colocarlo en el fondo del azucarero o salero. Verá que, de ahí en más, el azúcar y la sal estarán siempre perfectos y sin signos de humedad.