Al comienzo de la adolescencia, los múltiples cambios corporales hacen que aceptarse sea muy difícil para muchos chicos. Pero también los padres están incluidos en este rechazo.
Es muy probable que un día su hijo la sorprenda con comentarios duros a los que no estaba acostumbrada. Empezará a escuchar frases como «Mejor déjame en la esquina para que nadie te vea» o «No bajes del auto. Toca bocina que yo salgo». El cristal con el que su hijo la mira ya no es el rosado de la infancia y, como es comprensible, usted puede sentirse un poco desconcertada por ello. El le exigirá nuevos niveles de imagen y comportamiento muy difíciles de satisfacer. Seguramente le hará críticas y pondrá en evidencia algunos de sus defectos que antes pasaban totalmente inadvertidos para él. Ahora, cualquier gesto o rareza de su parte puede ser causa de vergüenza y reproches por parte de su hijo.
Lo más recomendable es mantener la calma y esperar. En unos años su hijo volverá a verla con mayor objetividad y hasta se sentirá orgulloso de sus logros.