Deje que la tierra se seque entre riesgo y riego y no la fertilice en otoño e invierno. Los insectos que lo atacan con mayor frecuencia son los afídidos, los homópteros y las cochinillas algodonosas. Gírelos de vez en cuando para que el crecimiento sea uniforme. Prefieren los lugares con un poco de sol y temperaturas entre los 13 y los 18 grados.