Miran con sus lindas sonrisas, inclinan la cabeza o esbozan un pucherito y en seguida se nos estruja el corazón. Poner límites a los hijos pequeños, sin dejar de lado las explicaciones, resulta mucho más difícil que decir «si» a todo.
Sin embargo, es importante hacerlo para brindarles seguridad y confianza en sí mismo.
En el primer año de vida, los límites pueden resumirse en no tenerlos todo el día a upa, enseñarles que por la noche se duerme y durante el día se juega y hablarles con un tono de voz más firme cuando se encaprichan.
Los chicos entienden más de lo que los adultos creen.
Durante el primer año, es importante comenzar a enseñarles con tonos diferentes y explicaciones claras y sencillas lo que es correcto y lo que no lo es, aclarando el porqué en cada caso para que puedan razonar y obedezcan con más facilidad cuando crezcan. Además, deben saber qué sucedería si traspasaran los límites establecidos.
A medida que vaya creciendo su hijo, usted deberá adaptar los límites y el lenguaje para que el acompañamiento de su desarrollo sea verdaderamente útil para él. No es tarea sencilla, pero tampoco imposible.