Este trabajo requiere de mucha paciencia, cuidado y una cuota extra de prolijidad, ya que de lo contrario, las baldosas que rodean a las dañada también podrían quebrarse.
Para comenzar, colóquese unos anteojos que la protejan de las astillas o pedacitos de baldosa; tome un martillo y un punzón y haga un agujero en el centro de la pieza.
Con un cortavidrios y una escuadra, que usará como guía, raspe la lechada de cemento que sostiene la baldosa y comience a cascar la superficie de la pieza en forma de X, pasando por el agujero central.
Después, pique con un cortafierro y un martillo bolitas desde este agujero y hacia todos los lados y escarbe con la espátula la lechada de cemento y el adhesivo de la baldosa.
Una vez que haya quitado todos los restos de la pieza rota coloque una nueva. Si las baldosas forman un dibujo asegúrese de ubicarla en la posición correcta.
Use un peine metálico para extender el adhesivo sobre la parte trasera y coloque la pieza en el lugar. Apoye sobre ella una madera que sobre pase los límites de la baldosa y, con mucho cuidado, dé golpes suaves con el mango del martillo. De esta manera, la nueva pieza quedará al mismo nivel que las demás. Por último, limpie los restos de adhesivo y deje secar.