Se trata de tan solo cuatro ejercicios; cada uno de ellos no lleva más de dos o tres minutos de práctica y aseguran a mediano o largo plazo una cola perfecta. Todo es cuestión de constancia.
Para comenzar la rutina, arrodíllese en el piso y apoye también los antebrazos. Luego, extienda una de las piernas y elévela hasta al máximo de sus posibilidades. Repita treinta veces y reitere con la otra pierna.
Luego, recuéstese boca abajo y apoye su cabeza sobre los brazos cruzados en el frente. Flexione hacia arriba la pierna derecha dirigiendo la planta del pie hacia el techo. Suba y baje la pierna en esta posición unas veinte veces y repita el ejercicio con la pierna izquierda.
Ahora, recuéstese sobre sus espaldas. Flexione levemente las piernas y realice lentas, pero intensas, elevaciones de cadera, como si con su cuerpo estuviera formando un arco. Treinta repeticiones serán suficientes.
Por último, párese derecha y tome con sus manos una baranda o el filo de una mesa Lleve su pierna izquierda hacia atrás y vuelva a la posición inicial. Repita quince veces con cada pierna.