Una amiga le acaba de contar que encontró la casa de sus sueños, habló con el dueño y acordaron un precio conveniente para los dos. El sueño está a un paso de convertirse en realidad.
Sin duda usted se alegra de la felicidad que ella disfruta en ese momento. Algo dentro suyo le impide comunicarle abiertamente esta alegría. Es la sensación de que usted ha fracasado. Todavía vive en el mismo lugar que siempre critica y por el momento no percibe posibilidades de mudarse.
Para poder compartir este buen momento con su amiga tal vez sea necesario reconocer sus sentimientos. Un buen camino es la sinceridad. Si la amistad es verdadera, no hará falta dibujarse una falsa sonrisa en el rostro para decir «te felicito».
En cambio, podría optar por celebrar la buena nueva, pero también expresar su sentimiento de insatisfacción, su deseo no cumplido. Seguramente resultara un gran alivio para las dos y fortalecerá los lazos que, como amigas, no deberían deteriorarse por culpa de buenas noticias.