Cuando muere una persona cercana al niño, naturalmente el va a extrañar el hecho de que no esté con él y sentirá angustia si ven a su familia dolorida por la pérdida del ser querido, pero el niño no experimenta el sentimiento de terror que algunos adultos asocian con la muerte. A medida que crecen, sus preguntas con relación al tema se vuelve más detallada y necesitan respuestas más completas. Para que el golpe no sea tan duro, intente hablarles de lo que sucede cuando alguien deja de vivir antes de que se trate de una persona cercana.
Puede hablar haciendo referencia a una mascota o a alguien que para ellos no represente un afecto cercano. Por más que le resulte duro, sea honesto con sus hijos y dígales la verdad, sino ellos se van a dar cuenta y los va a preocupar que se genere algo extraño con relación al tema.
No le diga que «se fue a un largo viaje y no va a volver», porque ésa no es la realidad.
Intente usar las palabras de todos los días, con el significado que su hijo da. Por ejemplo si le dice que «la vecina perdió a su marido» para él va a ser incomprensible. Tampoco hay que usar las expresiones «se nos fue», «nos dejo», porque pueden tener connotaciones muy graves.
Por último, anímese a compartir sus sentimientos y a hablar con ellos, tal vez en esas charlas descubra que alguno de sus hijos se siente responsable con lo sucedido y lo mejor es que aflore para que usted pueda buscar la manera de ayudarlo.