Una persona afectada por la fobia social presenta conductas diferentes a lo normal, como aislarse de todo contacto con otras personas. Esto empeora cada vez más su calidad de vida, ya que al no asistir a ningún tipo de reunión ni compromiso sufre una severa perturbación social y hasta laboral. Este tipo de trastorno comienza en la infancia o la adolescencia y puede prolongarse toda la vida, empeorando cada vez más si no se lo trata adecuadamente. En casos crónicos, las fobias se acercan a la depresión y el abuso de alcohol y drogas. Los más afectados suelen ser los varones. Los adolescentes fóbicos sociales suelen ser definido como tímidos, sin amigos y poco responsables con los horarios. Los signos de inhibición en la infancia o la adolescencia pueden ser una señal de alerta para prevenir futuras fobias. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el tratamiento se inicia cuando esta enfermedad ya se ha declarado. Consiste en una terapia de tipo grupal acompañada por medicación específica y adecuada para cada caso. Las mejorías se notan en pocas semanas. Para que esta enfermedad afecte lo menos posible la calidad de vida de quien la sufre es muy importante concurrir a un especialista lo antes posible.